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Earl

“Me dieron una pierna artificial, pero no existe la sangre artificial”. Cita de Earl, que recibió sangre.

Recibí sangre luego de quedar gravemente herido durante mi servicio en el extranjero. Hoy sigo aquí gracias a los donantes que donaron su tiempo y una parte de ellos mismos.

A pesar de haber sufrido heridas graves, tuve suerte.

Estaba sirviendo en Afganistán como parte de una fuerza de seguridad. El mayor que estaba escoltando se sentó en mi asiento del acompañante y yo me fui atrás a la escotilla del artillero. Cuando dimos con una bomba caminera, tanto el mayor como uno de mis amigos murieron al instante. Perdí la consciencia y, cuando la recuperé, miré mis piernas y vi que mis pies estaban casi al revés y mi sangre estaba por todos lados.

La sangre sin duda salvó mi vida

Un helicóptero médico me llevó hasta la Base Aérea de Bagram y me operaron de inmediato. Cuando desperté en Alemania, escuché a alguien decir que me iban a amputar la pierna izquierda. Comencé a entrar en shock y me dieron mucha sangre.

La adversidad me llevó a mí, y a otros, a salir adelante

Luego de perder mi pierna y pasar por todo lo que pasé después, me esmeré más que nunca. En la actualidad, ayudo a operar organizaciones de beneficencia para ayudar a hombres y mujeres a superarse. Es más que solo esa medalla al final de una carrera, es unirse para ayudar a las personas a alcanzar sus metas físicas.

No existe la sangre artificial

Sobrevivimos situaciones como la mía gracias a los héroes no reconocidos que donan sangre. Me dieron una pierna artificial porque perdí una extremidad, pero no existe la sangre artificial. Y nunca sabes dónde va a parar esa sangre, pero, siempre que donas, estás marcando una diferencia en la vida de las personas.

Earl sosteniendo sus muletas mientras baja las escaleras.

“Puede que no veas a dónde va tu sangre. Puede que no veas el resultado de lo que ocurre, pero tu tiempo y tu donación, obviamente está salvando vidas”.

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